miércoles, 14 de enero de 2015

Welcome to Las Vegas.

 

Hola de nuevo a todos!!!

Revisando el archivo del blog me he dado cuenta que hace mucho que no viajamos juntos. Así que hoy os traigo una nueva entrega de nuestro viaje de novios: Las Vegas. ¿Nos acompañáis?

En otras entregas de nuestro viaje (aquí y aquí), ya os he contado las aventuras que tuvimos que vivir hasta llegar a Las Vegas. Nada grave, y se han quedado en simple anécdotas que recordaremos siempre. Pero cuando llegamos allí os aseguró, que lo vivimos como un triunfo, después de más de 1000 kilómetros por carretera y desierto.

Pero al fin allí estábamos, habíamos llegado, y cuando vimos el cartel de bienvenida se nos olvidó todo lo pasado…

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En cuanto dejamos las maletas en el hotel, no pudimos resistir la tentación de bajar a la calle para empezar a inspeccionar la ciudad a pesar del cansancio. Lo primero que me sorprendió es que… ¡¡¡había música en la calle!!! y no precisamente músicos callejeros, salía la música de altavoces que están por toda la avenida principal (The Strip). Pensábamos que era ambientación de cara a la noche, ya que estaba anocheciendo, pero no, a la mañana siguiente comprobamos que daba igual la hora que fuese, que siempre había música en la calle.

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Se dice que Nueva York es la ciudad que nunca duerme, pero os aseguro que Las Vegas tampoco duerme nunca. Estuvimos cinco días en esta ciudad. Estábamos en la mitad de nuestro periplo y llevábamos muchos kilómetros a nuestras espaldas, así que planificando el viaje, decidimos que sería aquí donde nos tomaríamos un pequeño descanso.

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Aprovechamos para visitar todos los hoteles más emblemáticos, inspeccionar sus enormes galerías, perdiendo a veces la percepción de si era el día o la noche. En un mismo día lo mismo estábamos en la antigua Roma, que visitando Venecia, París o Nueva York. Nos asomamos a los casinos, pero he de reconocer que aunque en un principio íbamos con la idea de hacer una pequeña apuesta, al final sólo estuvimos de puros mirones.

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Aprovechamos para tirarnos a no hacer nada en la piscina, y es que a pesar de ser abril, hacía muchísimo calor (obvio, estábamos en el desierto).

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Es la ciudad de los espectáculos, y no nos pudimos resistir en ir a uno. Nuestra elección: “Love” Un espectáculo del cirque du soleil sobre Los Beatles. Si os gusta su música es una buena opción.

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Aprovechamos para hacer LA EXCURSIÓN, así con mayúsculas y todo, porque no tiene calificativos: El gran Cañón. Pero eso es harina de otro costal y se merece ser protagonista exclusivo de un post (lo prometo).

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Si, fuimos turistas auténticos, no nos perdimos el espectáculo de las fuentes del Bellagio, no podíamos dejar de señalar ni las súper limusinas, ni asombrarnos con algunas escenas.

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Disfrutamos de sus innumerables pubs, de días que se confunden con la noche y noches que se confunden con el día.

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Las Vegas, toda una experiencia, que no deja a nadie indiferente. Me sorprendió. Me hizo que se me cayera algún mito que tenía de ella (el primer día buscaba ansiosa las capillas para bodas, y esperaba ver en cada esquina bodas entre Elvis y Marilyns) En algún momento parecía que estábamos viviendo en una fantasía, y agradecía cuando recordaba que nuestro mundo era real y un poco lejano a ese. Pero sin duda alguna, fue una experiencia que mereció la pena mucho y que hay que vivirla al menos una vez en la vida.

Espero que os haya gustado!!! Hasta el próximo post!!!

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