miércoles, 9 de mayo de 2018

Hola Mayo

¡Hola de nuevo a todos!

Vuelvo a asomarme a este pedacito de nosotros, después de más tiempo del esperado sin hacerlo. La visita de los virus a la peque, trabajar en el taller con nuevos retos y diseños, no me ha dejado tiempo para sentarme ante una página en blanco.

Pero aquí estoy de nuevo, sentada frente a las teclas, con un café a un lado, mi vela preferida al otro y atenta a los sonidos que pueden venir de la habitación de al lado, por si tengo que dejar todo e ir a calmar un llanto y dejar pasar el rato mientras nos abrazamos.



Se que el mes ya está empezado, casi, casi avanzado, pero no quería dejar pasar la oportunidad de saludarle. Los que me conocéis  ya sabéis lo que disfruto haciéndolo, y eso que el mes pasado, se pasó sin hacerlo, perdón Abril. Reconozco, que mi predilección de saludar a cada mes, es casi más una terapia personal. Es mi momento de parar, reflexionar y ordenar mi mente. Normalmente son listas de deseos, de cosas por hacer... Pero aún sin saber muy bien que va a salir de aquí hoy, creo que este mes mi saludo va a ser diferente. No tengo una lista esta vez de cosas por hacer, y no será por tareas pendientes que tengo, en definitiva, todos las tenemos, y menos mal, significa que somos capaces de hacerlas, significa que vivimos, significa que estamos.

Este mes, es importante para nosotros, es importante para mi.

El otro día puede celebrar por segunda vez, el día de la madre, y aunque ya lo compartí en las redes, me gustaría dejar constancia por aquí también. A mi modo y manera, le escribí directamente a nuestra peque, le hice una promesa:

"Te prometo, pequeña, tener más paciencia. Prometo acompañarte. Prometo secar tus lagrimas, inundarte de besos y abrazos cada día. Prometo llevarte de la mano y darte libertad para descubrir el mundo. Prometo compartir nuevas aventuras y emociones. Prometo estar siempre ahí. Porque ser tu mamá es lo más bonito que me ha pasado nunca. Porque hasta que no lo he vivido no he sabido que era ese sentimiento. Porque hay momentos duros, muy duros, indecisiones, dudas y frustraciones. Pero tu sonrisa franca, tu mirada inocente y tus abrazos no tienen precio. Porque además tienes un super papá y juntos hacemos un gran equipo"



Y es verdad, me salió del corazón, sentada ante la pantalla del móvil, no la tenía pensada ni meditada, simplemente mis dedos teclearon conforme me salían las palabras. No soy la mejor madre, tengo mil defectos, mil cosas que mejorar, pero he aprendido a querer sin limites. Eso que te cuentan que se hincha el corazón de amor, lo he sentido, lo he experimentado.



También he llorado, os aseguro que he llorado ríos y ríos de lágrimas, no sabía que se podía llorar tanto siendo madre. He llorado cuando me he equivocado, cuando hemos discutido, porque si, en estos dos años hemos discutido. He llorado de agotamiento, de no dormir, he llorado de dolor, de impotencia, he llorado porque no podía más con la lactancia, pero ahí seguíamos, porque sabía que lo necesitaba, que era su refugio, veintidós meses de lactancia... He llorado cuando ha estado malita.



Pero también he llorado de risa, de alegría al ver sus primeros pasos, sus primeras palabras. Al oír "mamá", así entera con todas sus letras, que palabra tan especial, tan llena de significado. He llorado con sus logros, con sus aprendizajes y su evolución.

Cada día aprendo algo con ella, me deja atónita la capacidad de volver a empezar que tiene, la capacidad de perdonar. La mirada, esa mirada sincera, franca, inocente. Me encantaría saber mirar con sus ojos.



Ser madre, es duro, pero también es lo más bonito que me ha pasado nunca. Y os aseguro que desde que soy mamá, entiendo y valoro a la mía como nunca antes lo había hecho, y eso que aunque suene a tópico: tengo la mejor madre del mundo.

Tengo la suerte de contar con el buen padre, un compañero de vida y aventuras, que hace que el día a día sea más fácil, que en los momentos difíciles me empuja o me levanta y viceversa, juntos hacemos un buen equipo. Somos el equipo de nuestra peque.



Hace dos años que con mayo, llegó nuestra peque. Así que sin duda alguna es uno de los meses más especiales de mi vida.



Sin darme cuenta, me ha salido una reflexión muy personal, sin duda aquí hay un trocito de mi. Pero es que "La Cesta", soy yo, somos nosotros. Y nosotros somos personas, y estamos llenos de emociones y sentimientos.

Por cierto... ¡Hola mayo, bienvenido!



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bravo...

Anónimo dijo...

Que post más bonito. Felicidades a la peque. Besos. Su